En Corrientes, la expresidenta volvió a hablar de persecución judicial y anticipó su posible encarcelamiento. ¿Está el oficialismo preparado para el impacto simbólico que eso podría provocar en el electorado
Por [lavozoral]
“Presa o muerta”, dijo Cristina Fernández de Kirchner en su reciente paso por la ciudad de Corrientes. La frase, cargada de dramatismo y connotaciones políticas profundas, no pasó desapercibida. La posibilidad de que la expresidenta y actual referente central del peronismo vaya a prisión volvió al centro del debate, pero con un giro discursivo que despierta una inquietante reflexión: ¿y si el castigo judicial termina fortaleciendo su figura en lugar de debilitarla?
La idea de “de presa a mártir” no es nueva en la política, pero adquiere una carga simbólica especial cuando se refiere a una figura con el peso histórico de Cristina. El planteo sugiere una transformación: de ser vista como enemiga pública o símbolo de corrupción, a ser percibida como alguien que sufre persecución por defender sus convicciones.
El discurso en Corrientes no fue improvisado. Cristina habló con la conciencia de quien ha vivido el intento de asesinato en septiembre de 2022, un hecho que no sólo puso en riesgo su vida, sino que consolidó su lugar en el imaginario colectivo como una figura polarizante, pero también como alguien dispuesta a asumir los costos de sus ideales.
Si la Justicia efectivamente avanzara hacia una condena con prisión efectiva, Cristina no podría volver a ocupar cargos públicos. Pero el oficialismo debería preguntarse si eso la sacaría del escenario o si, por el contrario, podría convertirla en una figura aún más potente, simbólicamente invencible.
En términos electorales, la construcción del mártir siempre ha tenido un poder movilizador. Alguien que sufre por su causa suele generar adhesión, incluso entre quienes antes dudaban. Y en este contexto de crisis política, económica y de representación, no sería extraño que una parte del electorado reinterprete su figura desde esa óptica.
Conclusión:
El tiempo dirá si Cristina Fernández de Kirchner pasará del lugar de acusada al de símbolo. Pero el mensaje está claro: su figura no se retira, se transforma. En la narrativa política, ser perseguido puede ser más rentable que ser libre. Y si eso ocurre, el título “de presa a mártir” no será sólo una frase: será el nombre de un nuevo capítulo de la historia argentina.