Este espacio fue creado para compartir y transmitir el amor Fray Mamerto Esquiú, la pasión que Fray Juan Alberto Cortes plasmó en su libro “Vida Popular de Fray Mamerto Esquiú”.

Fray Mamerto constituye para todos nosotros un verdadero desafío, para que podamos reconocer y amar como él al Dios de Jesús, al que veía acompañando y forjando todos los instantes de la vida de su amada Patria, a la que consagró sus mejores talentos.

Primeros años

No puedo ser otra que Catamarca, tierra virgen y de promisión, la cuna de nuestro ilustre personaje. Un 11 de Mayo de 1826 hacia las once de las noches y en un pueblito no muy alejado de la ciudad capital, el de Piedra Blanca, nacía Mamerto de la Ascensión Esquiú y Medina. Sus padres, don Santiago Esquiú, ex soldado español y María Nieves Medina oriunda de la zona e hija de una de las familias más antiguas de las provincias, marcaron a fuego el temperamento del niño: fortaleza y ternura unidas en equilibrio armonioso y bello.
Fue bautizado de manera inmediata por el Padre Francisco Cortes, un franciscano amigo de la familia quien también había bautizado a su madre a su madre, profetizándole que llegaría a ser obispo por haber nacido día de San Mamerto de Francia, predicción que se cumplió.
Pero no todo era alegría en el hogar de los Esquiú. La salud del niño inspiraba fundamentados temores. Una rara fiebre se había apoderado de la criatura, transformando su respiración en gemidos. Los medios empleados para contrarrestar el mal no dieron los resultados esperados, provocando honda de preocupación en sus padres. Ante la eventualidad estos, de fe sencilla y madura, persistiendo en la utilización de los recursos a su alcance, efectuaron también la común promesa de vestir al niño con el sayal de San Francisco, si curaba. Grande fue el gozo al comprobar en pocos días Mamerto se restablecía. Y como a sus progenitores no les quedaba ninguna duda de haber sido mimados de la Providencia en esa hora incierta y difícil, cumplieron lo prometido cuando el niño cumplió los cinco años. Confeccionándole u habitito de un viejo sayal del Padre Cortez.
De ahí en adelante la vida de Mamerto se ira compenetrando cada vez más del espíritu sin par de Francisco de Así, del que estuvo signado desde los comienzos de su existencia y hasta su muerte.
¿Cómo transcurrieron los primeros años de la vida de Mamerto? Dejemos que él, siendo ya grande, nos lo diga: “Dios me había concedido la inestimable gracia de gozar mi juventud en el seno un padre y de una madre, que a su vez tenía a su madre y una hermana muy amada. Seis éramos los hijos venturosos de estos padres que sin bienes de fortunas y en humilde estado de labradores, eran felicísimos en la tranquilidad de su virtud y resignación, y en las dulzuras de una vida exclusivamente a su familia y a Dios: la discordia, el espíritu de maledicencia, la avaricia ha penetrado en el santuario del hogar paterno:
Allí han una paz inalterable y una ocupación incesante, estéril de progreso en la fortuna, pero copiosas en las dulzuras con que sazonaba la satisfacción de todas nuestras necesidades; y el santo nombre de Dios se invocaba desde la mañana a la noche: aun no aclaraba el día sus primeros crepúsculos, y la voz de mis padres sonaban como el acento de un ángel de Dios sobre toda su familia que de rodillas alternábamos los canticos del Trisagio y las oraciones dela mañana: después de esto se concedía una corta holganza y salía mi padre con los instrumentos de cultivar la tierra, al hombro, al recinto de una heredad muy estrecha, pero avara sin medida del sudor de anciana frente; mi madre y mi hermana, ángeles titulares del hogar domestico; se aplicaban a la rueca y al telar; y a preparar con sus propias manos el alimento de su esposo y de sus hijos: a mediodía se volvían a reunir todos en el seno de una paz profunda y contentísimo con una refección sumamente frugal, se separaba después de una breve descanso; para ir cada uno a su tarea; y no juntarse sino a la entrada del sol; lo restante del tiempo se daba al descanso; al rezo del Rosario; a la lectura, a los consejos saludables, a los quehaceres dulcísimos que forman el alma de la vida doméstica”.
Estando en edad escolar, sus padres le hicieron la escuela del pueblo, durante cuatro años. Los progresos fueron grandes ya que al poco tiempo leía y escribía con corrección, a tal punto que don Santiago, su padre, le encomendó cada noche leer para toda su familia los trozos seleccionados de los pocos libros que poesía, entre los que se encontraban: la Sagrada Biblia, Verdades Eternas, Ejercicios espirituales de San Ignacio, etc. Prosigue sus estudios en la ciudad de Catamarca, en la escuela del Convento de San Francisco, verdadero centro espiritual. Al respecto su hermano Odorico cuenta: “El 35 me llevo mi padre a la ciudad y me puso en la Escuela Cristiana de San Francisco, alojado con Mamerto encasa del Maestro Elías Núñez, nueve cuadras distantes del Convento. Recuerdo que tarde y mañana juntos de la casa y en todo el trayecto hasta el Convento, él iba estudiando su lección de latín con la capilla calada, tropezando en las piedras. En la misma provincia, sumamente estudioso. Un día escribió una carta al Maestro Elías a mi padre, denunciando a Mamerto por su desaplicación, al par que encomiaba la conducta de aquel por la razón contraria, todo ello sin duda con la noble mira de corregir en mi hermano lo que en su concepto era realmente una falta reprensible, puesto que nos tenía en su casa por caridad y cuidaba cuanto podía. Sumamente afectado, mi padre fue en el acto en la ciudad y sacando a su hijo frailecito a la quinta, con la carta en la mano, le formulo los cargos que le dictaba el amor de padre, manifestándole con ternura su profundo sentimiento por tal conducta. Mamerto, que lo había escuchado en silencio, le contesto con humildad y respeto: Es cierto, mi padre, que N. estudia mucho en la casa; pero yo doy mejores lesiones que el en la clase con solo estudiarlas en la calle. No me olvido del gusto y consuelo que experimentaba mi padre cada vez que recordaba este incidente”.
Al año siguiente, en el 36, un hecho desgarrante modificaría no solo la composición familiar, sino también la situación de Mamerto.